El rey Orcus y el forastero Kiva


Había una vez, en tierras muy lejanas, una familia de lobos que convivían con una gran armonía, ellos eran los duelos de cada centímetro de ese reino, cada animalito de esa tierra obedecía y se inclinaba ante el gran rey Orcus, el lobo alfa de la familia real de Wolfword.

Todo en ese reino era totalmente tranquilo, Orcus se encargaba que todo funcionara tal como debía de ser, ya que sus ancestros habían recibido el gran poder de mandar en esas tierras a cambio de que permaneciera la paz en cada centímetro de la tierra, el gran volcán fue quien les dio ese poder con la única amenaza de que al primer descuido mandaría a un guerrero el cual los desterraría y tomaría su lugar en el reino.

Un día de pronto llegó un forastero, lucía una gran melena dorada, de tamaño más grande y robusto que el rey Orcus, el cual era el más grande del reino, cuando todos los animalitos lo miraron quedaron completamente impactados.

-Yo soy el gran amigable Kiva, busco un lugar donde vivir, ¿alguien puede ayudarme? - dijo el forastero con su inmensa voz imponente.

- ¿de…donde… vienes…? - pregunto una pequeña cebra atemorizada –quizás Orcus, nuestro rey te pueda ayudar- le dijo apuntando hacia la gran montaña donde se encontraba la familia lobo.

Kiva era un gran león el cual aparentemente era amigable, no decía de donde venía solo decía que buscaba donde vivir ya que quería aires nuevos para ser una mejor persona.

Esa misma tarde el mensajero del reino, la ranita Frodo, llego a donde se encontraba el rey Orcus, -mi rey, mi rey- entro corriendo la pequeña ranita atemorizada y a la vez emocionada por el nuevo visitante. –mi rey, vengo a comunicarle que se le solicita en el campo, hay un forastero pidiendo una vivienda-, -bien pues no hagamos esperar más a nuestro invitado y recibámoslo quizás y le hagamos un espacio en tu tanque para que al fin tengas algo de compañía- dijo Orcus contento y en tono de juego.

-pero mi rey, dudo que eso sea posible- le comento Frodo con tono serio, -sé que tu casa es muy pequeña tontito, claro que no lo pondré a vivir en tu charco, además capaz y es un conejo, dudo que le guste lo húmedo de tu casa- con todo de risa le dice Orcus mientras se dirige a la salida de la montaña.

-eso es algo que le tengo que mencionar señor, este forastero es incluso más grande que tu mi rey- Frodo intenta dar saltos más grandes para ir al paso del gran Orcus

- ¿más grande que yo? - le pregunta sorprendido mientras detiene de golpe su caminata, -pero eso es imposible amigo Frodo, nadie es más grande que tu rey-. En ese momento Orcus se inclina para que la pequeña ranita suba a los hombros de él y así poder bajar más rápido a los campos donde los esperaban.

Todos en el campo veían al gran Kiva con tanto asombro, sinceramente Kiva se comenzaba a tornar algo incómodo, además que moría de cansancio, hambre y sed, de momento comenzó a ver que cada uno de los animalitos que lo rodeaban tenían un aspecto suculento, pero tuvo que contenerse, no quería que descubrieran sus intenciones tan rápido.

-así que tú eres el forastero- menciona Orcus mientras pasaba entre los animalitos que se encontraban amontonados rodeando a Kiva. –pues dime, ¿en qué puedo ayudarte amigo? -

-hola mi nombre es Kiva, soy el grande y amigable león Kiva y ando en busca de un nuevo hogar, me han dicho que tú eres el rey de todas estas tierras. - menciono Kiva con su imponente voz feroz intentando sonar algo tímido.

Orcus frunció el ceño dudando un poco del nuevo y grande forastero - ¿de dónde vienes? - pregunto con una gran duda en su rostro.

-provengo de tierras muy lejanas, donde uno debe de luchar para sobrevivir, es una vida muy dura que sinceramente me canse de llevar y opte por buscar una nueva vida, y al cabo de un par de días de camino me tope a una gran águila que me guio a un sendero el cual me dijo que si lo seguía llegaría a un reino donde habitaba la paz y podría vivir en armonía con nuevos amigos- hablo Kiva sin titubear ni un poco.

Orcus recordó que hace tiempo atrás desterró a una gran águila envidiosa porque quería adueñarse de las montañas de los cóndores los cuales se encargaban de traer mensajes del gran volcán, la águila decía que estaba arte de vivir en el gran roble al lado de las ardillas y que ahora quería estar sobre las nubes, no solo cuando volaba si no ahora cuando descansaba, por su falta de respeto a las pequeñas ardillas que las comenzó a desterrar del roble y mandarlas con los cóndores para que la dejaran subir y ellas pudieran volver a su roble, Orcus la desterró.

- ¡me las pagara cada uno de ustedes! - con gritos fueron las últimas palabras que habían escuchado de aquella águila.

Orcus dudo por completo que fuese esa águila, o bien quizás alguna intención maligna podía haber tenido, pero vencido por su amabilidad le solicito a los demás lobos, los guardias del reino, que le abastecieran de alimento, agua y alguna otra comodidad que necesitara en la cueva abandonada.

-Muchísimas gracias o gran rey- dijo Kiva con un tono algo sarcástico.

-antes de que partas Kiva- le interrumpió el rey Orcus –debes de saber que en mi reino existen unas reglas importantes. -

Kiva con una mirada retadora se regresa y pregunta sonriendo - ¿y cuáles son esas tus reglas mi rey? -

-no puedes comer a ningún habitante de mi reino, debes ser amigable, amable, honesto, responsable, trabajador y sobre todo respetuoso con cada uno de los habitantes- le dijo Orcus haciendo hincapié en cada uno de los puntos que menciono.

Kiva acento con la cabeza mientras se daba media vuelta y camino hacia donde le indicaban los guardias del reino.

Esa misma noche Orcus no podía dormir, miraba desde el mirador que estaba al salir de su cueva el nuevo hogar del león Kiva, sentía tanta inseguridad y un mal presentimiento hacia él.

-dame una señal gran cuidador, ¿será que me estoy equivocando con el forastero? - dijo Orcus entre sí mismo con susurro mientras miraba hacia el volcán.

A la mañana siguiente se escucha un gran estruendo en los campos, un gran golpe retumbo en cada esquina del reino y Orcus asustado pego un brinco y corrió montaña abajo para ver qué había pasado, mientras iba a toda prisa el mensajero la ranita Frodo lo topo a medio camino.

- ¡mi rey venga pronto! - le dijo Frodo gritándole en tono de preocupación. - ¿Qué ha sido ese sonido Frodo?, ¿qué ha pasado? - le dice Orcus mientras lo alza con su pata para subirlo al lomo y seguir corriendo.

Mientras corrían Frodo asustado le va mencionando con lujo de detalle -fueron los hermanos alces mi señor estaban jugando y uno tropezó con algo y golpeó el débil pino que me dijo que era mejor que los castores quitaran y callo sobre la presa de los castores y el agua se comenzó a desbordar y…- Frodo queda totalmente callado en cuanto salieron a los campos y Orcus sorprendido por la Azaña que sus ojos estaban viendo.

Kiva estaba usando su fuerza para detener el tronco del pino caído para evitar que la gran fuerza del rio rompiera con el resto de la presa y destruyera la casa de los conejos, los zorrillos, los ratones, las cebras y de los demás animalitos que habían instalado sus hogares en las orillas del lago.

-Rápido mi rey no resistiré mucho necesito ayuda- grito Kiva mientras hacía mucho esfuerzo por no soltar el gran tronco. - ¡rápido que esperan ayúdenlo ¡- Orcus les grita a los guardias mientras corre a alertar a los cóndores para que vuelen por la ayuda de los hermanos amigables del siguiente reino, tres fuertes elefantes que en repetidas ocasiones iban a wolfword por provisiones a cambio de alimento para sus familias.

Mientras los cóndores volaban rápidamente por la ayuda de los hermanos amigables, el rey Orcus volvió para auxiliar a Kiva en lo que los castores y los demás lobos se apresuraban a reacomodar los tablones rotos para reparar la presa, de pronto Kiva comenzó a soltar poco a poco el tronco dejando el peso totalmente para el rey Orcus. - ¿Qué estás haciendo?, ayúdame- le dice Orcus con tono de miedo por el peligro que sabía que correría y con odio por la imprudencia y falta que le estaba haciendo Kiva.

-tranquilo mi rey solo necesitaba tomar este otro tronco- le menciona Kiva mientras toma un tronco quebrado que estaba a un lado y lo coloca como palanca de soporte en el tronco que estaban deteniendo. –lo ve así lo ponemos un poco más seguro y peligramos menos- le confirma Kiva mientras toma del hombro a Orcus
Orcus apenado por los pensamientos hacia Kiva le pide una disculpa mientras mira que los amigables hermanos llegan corriendo para ayudar a sostener la presa.

Después de ese día Orcus comenzó a tratar más a Kiva invitándolo a paseos por el reino, trabajos donde convivían con más animales del campo, fue entonces cuando entendió que aquel día fue esa señal que le pidió al gran volcán como prueba de que se equivocaba al mal juzgar a Kiva.

-sabes mis verdaderas intenciones solo eran venir, disfrutar de su hospitalidad, tomar algo de alimento y viajar a otros reinos, pero me di cuenta que aquí es donde está la vida que siempre quise llevar- le confesó Kiva a Orcus mientras se posaban a descansar en uno de los tantos miradores que se encontraban en cada montaña que rodeaban el reino

Fue entonces cuando Orcus se dio cuenta que nunca hay que juzgar a los demás simplemente por saber de dónde vienen o sus antiguas amistades, son los valores los que definen al ser no su apariencia.

Fin.

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